Periodistas “de película” (4): Lou Grant, de adorable gruñón a mosca cojonera

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Periodistas “de película” (4): Lou Grant, de adorable gruñón a mosca cojonera

Entre los periodistas de ficción, Lou Grant es sin duda uno de los más peculiares, empezando por su propia definición: creado como un personaje secundario de perfil netamente cómico para una sitcom de apenas media hora -“La chica de la tele”- pasa a protagonizar una serie dramática con capítulos de una hora, en los que se abordan los “temas de candente actualidad” de los años 70 y 80, junto a buena parte de las principales cuestiones éticas y morales a los que antes o después suelen enfrentarse los profesionales de la información. Se trata probablemente del único caso de spin-off con un cambio de registro tan radical. Y su intérprete, el actor Ed Asner, fue el primero en obtener dos premios Emmy interpretando al mismo personaje, como protagonista y como secundario y en dos series diferentes.

En “La chica de la tele” Lou es un adorable gruñón que dirige el canal de noticias WJM, con sede en Minneapolis. A pesar ambientarse en un conglomerado urbano de cerca de cuatro millones de habitantes en una época de gran conflictividad a todos los niveles, esta televisión local rara vez dará cuenta de algún hecho noticioso relevante, centrándose en la peripecia vital de su protagonista, Mary Richards, y de sus vecinos y compañeros de trabajo. Interpretados, por cierto, por rostros inolvidables de la TV y el cine (como el capitán Stubbing de “Vacaciones en el mar, la inquietante Frau Blücher de “El Jovencito Frankenstein” o la ingenua Rose de “Las chicas de oro”).

mtmVolviendo a nuestro protagonista, se trata de un jefe exigente y rudo en las formas, casi permanentemente irritado y que disfruta desconcertando a sus subordinados con súbitos e inesperados cambios de humor. De hecho, una de sus frases más definitorias es este brevísimo diálogo con la protagonista de la serie:

Lou: ¿Sabes una cosa? Tienes coraje…
Mary (satisfecha y algo sonrojada con el cumplido): Bueno…
Lou: ¡Yo DETESTO el coraje!

Tras siete temporadas (1970-1977) y cerca de 170 episodios, la serie dice adiós con el despido de Lou y de la mayoría de sus compañeros (irónicamente en una de las series más exitosas y recordadas de la TV norteamericana, debido a los bajos índices de audiencia del informativo de la ficticia WJM).

Es entonces cuando sus creadores, influenciados por el éxito de Todos los hombres del Presidente–que describía el escándalo del Watergate destapado por el “Washington Post-, deciden dar un giro copernicano al personaje: le trasladan desde la región de los Grandes Lagos a California, de un pequeña emisora de TV a un influyente periódico de Los Angeles… y del tono humorístico más o menos intrascendente de una sitcom de 25 minutos a capítulos de una hora de duración, en los que se abordan cuestiones de hondo calado: los abusos de las grandes corporaciones, las secuelas de la guerra de Vietnam, la amenaza nuclear, la pena de muerte, el maltrato infantil, la problemática del tercer mundo, las sectas, la contaminación

Se ha repetido hasta la saciedad –y es probablemente cierto- que “Lou Grant” ha sido la más influyente serie televisiva a la hora de promover vocaciones periodísticas durante sus seis años de emisión (1977-1982). Yo diría más: da la impresión de que “enseñó” a ejercer el periodismo de otra manera a más de un talludo reportero. Se decía incluso que algún prestigioso periódico comenzó a convocar sus “consejillos” –reuniones de los responsables de las diferentes secciones con el director para diseñar el periódico del día siguiente- por pura y simple imitación de lo que veían en el ficticio “Los Angeles Tribune”.

lou2Por cierto, para quienes hayan conocido la prehistoria: otro de los encantos de la serie es que ilustra, en su tercera temporada, el paso de la máquina de escribir a los primeros ordenadores en la redacción. Y, por supuesto, está aquella reveladora secuencia introductoria de las primeras temporadas, en la que un pájaro abre y cierra la escena, recordándonos el Sic transit gloria mundi de la profesión periodística, el prosaico destino que aguarda, en apenas unas pocas horas, a la gran exclusiva del día:

Después de cinco temporadas y 114 episodios, en septiembre de 1982 y en pleno éxito de audiencia, la cadena CBS decidió cancelar la serie en medio de una cierta polémica. Otro actor, Ronald Reagan, acababa de ser elegido presidente, mientras que el protagonista de “Lou Grant” ejercía como presidente del sindicato norteamericano de actores con talante e ideología bien distintos, especialmente crítico con la política que los EE UU llevaban a cabo en aquel tiempo en Latinoamérica, la región considerada su “patio trasero”, que bullía entonces con los conflictos en El Salvador, Guatemala y Nicaragua en las postrimerías de la Guerra Fría.

Sea cierto o no la teoría de la censura, lo cierto es que la serie tuvo el mérito de llevar a la pequeña pantalla y en horario de máxima audiencia no solamente un talante crítico y un cierto ideal de periodismo independiente y comprometido, sino también cuestiones que afectan en primera instancia a la manera de ejercer la profesión, pero que en último término repercuten en sus destinatarios, ya sean lectores, oyentes o televidentes. Las exclusivas pagadas o inducidas, el plagio, las imágenes manipuladas, el uso del off the record o los múltiples conflictos de intereses que de un modo u otro pueden condicionar el tratamiento de las noticias fueron abordados como parte de argumentos ficticios pero creíbles, en una redacción que transmitía autenticidad, y con finales a menudo alejados del tranquilizador happy end.

Para nostálgicos y devotos del personaje, la entrada de Lou Grant de la versión en inglés de Wikipedia incluye una jugosa y detalla biografía ficticia de esta figura referencial para la profesión. A quien, por cierto, NUNCA veremos escribir a lo largo de más de una década de contrastada trayectoria en las redacciones de la WJM y de “Los Angeles Tribune”.

 

P.D. Para televidentes con recuerdos de la década de los 70 es inevitable mencionar otro de los grandes papeles de Edward Asner en televisión: el divertido jefe de Mary Richards se transmutó en un inquietante y violento panadero alemán tullido, el siniestro padre de los hermanos Jordache de “Hombre Rico, Hombre Pobre”.