Bartolomé De las Casas, Chomsky y la Santa Inquisición

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Bartolomé De las Casas, Chomsky y la Santa Inquisición

Desde hace bastantes meses, el periódico El Mundo dedica una sección semanal («Los intelectuales y España») a descubrir a lo más granado de la intelligentsia española, aunque a menudo dé la impresión de que se trata únicamente de averiguar sus opiniones sobre la tauromaquia y Cataluña, los dos asuntos hoy por hoy capitales para el periódico en cuestión. También da la casualidad de que prácticamente todos los grandes intelectuales suscriben, con ligeros matices, las tesis del diario que les entrevista.

La cuestión es que la última luminaria a la que se ha solicitado opinión ha sido Elvira Roca Barea, que acaba de publicar en Siruela Imperiofobia y Leyenda Negra. Por lo visto, esta mujer ha sido profesora en Harvard y ha trabajado para el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), si bien es actualmente profesora de Instituto en Andalucía. La entrevista íntegra está disponible aquí, y no tiene desperdicio para quien quiera conocer a grandes rasgos lo afortunados que fueron los americanos originarios que fueron incorporados al Imperio español (incluida una «política activa de control de epidemias«, o una sanidad pública en la época de la Lima virreinal que sumaba una cama de hospital por cada 101 habitantes). No menciona, obviamente por mor de la concisión, algunos asuntillos en los que falló la mano izquierda de la Administración Imperial, como por ejemplo un incidente extrañamente poco conocido en España. Pero queda claro que quienes tuvieron la suerte de encontrarse al sur de Río Grande no pueden compararse con los pobres diablos que fueron masacrados por desalmados como los  ingleses. Sin olvidar las torticeras maniobras de los holandeses para desvincularse de la corona española (aunque la mayoría combatían entusiasmados en los tercios del Duque de Alba), o la Agitprop de los grabados del siglo XVII que «nos representan como PIGS» (el acrónimo peyorativo creado a finales de los años 90 para Portugal, Italia, Grecia y España, y popularizado en la reciente crisis financiera), o aquel otro que encargó Lutero en el que aparece Carlos V practicándole una felación a la Iglesia representada como la Ramera de Babilonia (con todas las dificultades técnicas inherentes a practicarle una felación a una ramera).

Sin embargo, todos estos detalles de color que dan lugar a pruebas históricas irrefutables no son lo más sorprendente, ni lo más original, en el discurso de Doña Elvira. Es cierto que defender el Imperio-Donde-No-Se-Ponía-El-Sol suele conllevar, por un lado, denigrar al dominico Fray Bartolomé De las Casas por exagerado y antipatriota, y por otro explicar que la experiencia de la Santa Inquisición tampoco fue para tanto. Elvira Roca participa de esta «ortodoxia imperial», pero lo hace con argumentos ciertamente insólitos, como comparar al apologista de los indígenas americanos con… ¡Noam Chomsky!:

«¿Y qué es lo que hizo famoso a Fray Bartolomé? Que lo utilizaron los rivales del Imperio Español, esencialmente orangistas y los ingleses. ¿Y qué ha hecho famoso a Chomsky? Su posición de renegado interior de EEUU. La particularidad es que Chomsky, como Fray Bartolomé en el siglo XVI, nunca ha sido represaliado por ese imperio que tanto critica sino que ha obtenido enormes beneficios«.

En cuanto al Tribunal Eclesiástico más conocido de la Edad Media -abolido definitivamente en España algo más tarde, allá por 1820-, la profesora Roca no se limita a negar las exageradas cifras de sus víctimas: la pone como ejemplo de garantías para el reo, y constituye para ella la base del Derecho procesal en los países católicos, «porque instituyó un sistema judicial con instrucción de casos, jueces, abogados defensores…«. Otrosí digo:

«¿Y por qué no existieron persecuciones de brujas en la España Imperial? Porque existía la Inquisición, que era un sistema legal y reglamentado para todo lo que se consideraba delito o disidencia religiosa. La Inquisición no sólo perseguía la disidencia del catolicismo sino también delitos como el proxenetismo, abuso de menores, falsificación de moneda… Desde 1560 hasta 1700, sólo resultaron condenados a muerte 1.300 procesados en España. Y considerando que no sólo eran asuntos relativos a la fe sino que también se juzgaban a individuos que habían cometido delitos muy graves. Por ejemplo, hubo un tipo en Valencia al que sentenciaron a muerte por brujería. En el sumario había constancia de que había matado a varios niños…«.

Esta mujer no tendría precio como jefa de Prensa y Comunicación del Tribunal de Marras. Lo que Doña Elvira ignora es que su visión del Santo Oficio es en el fondo bastante similar -mal que le pese- a la de uno de los colectivos de pensadores británicos más influyentes de las últimas décadas: los Monty Python.

La última gran aportación de la profesora Roca: ¿es usted crítico con la formación y el mantenimiento de imperios a sangre y fuego? Pues lamentamos comunicarle que es usted un racista:

«La imperiofobia es un fenómeno racista. Lo entendemos mejor cuando el grupo humano sobre el que recae el racismo es un grupo minoritario, periférico y marginal… Pero es que eso puede pasar a la inversa. Esto es, un grupo humano que ocupa una posición sobresaliente en un continente o a nivel mundial y que por eso, tiene que ser moralmente inferior, bárbaro. Como ha sucedido con los rusos, con los españoles y ahora con los americanos. ¿Por qué triunfa? Porque provoca un alivio moral.(…) Todos los imperios tienen un sistema interior de autocrítica constante que es muy eficaz porque hace que mejoren las cosas y evita degradaciones«.

Todo cuadra cuando uno recuerda resultados electorales de los últimos tiempos.