En definitiva, los medios de comunicación tienen su propio lenguaje, sus reglas y códigos específicos, sus particulares intereses, que deberemos considerar a la hora de dirigirnos a ellos. Tienen una dinámica propia a la hora de seleccionar, elaborar y difundir los hechos informativos, diferente y en ocasiones extraña a las personas o entidades que se convierten en protagonistas de las noticias.
También tienen una manera peculiar de redactar la información, y unos criterios variables a la hora de primar un aspecto determinado de los contenidos informativos. De ahí la necesidad de seleccionar a qué medios y a qué profesionales concretos debemos dirigirnos preferentemente. Y, una vez hecha esta selección, es preciso elegir por qué medio nos dirigiremos a ellos, y disponer de los contactos adecuados.
De lo que se trata es de dirigirnos a los periodistas con lenguaje periodístico, tratando de hacer nuestra información atractiva a un colectivo profesional que se caracteriza hoy en día por ser receptor de una ingente cantidad de mensajes, y por la imposibilidad de atenderlos a todos. En este sentido, la labor de un Gabinete de Comunicación pasa fundamentalmente por la intermediación entre sus clientes y los medios, buscando objetivos como:
- Lograr una relación lo más fluida posible entre ambos.
- Posicionar al cliente como una fuente de información fiable y de interés para los profesionales de la información.
- Trasladar los mensajes del cliente con criterios de rigor, pero al mismo tiempo de una forma comprensible, siempre adaptada al receptor al que van destinados.
- Seleccionar con cuidado los destinatarios de la información, de forma que se trate siempre de llegar a los interlocutores más válidos en cada caso.
- Ejercer como asesor y mediador en situaciones más o menos críticas, especialmente cuando se trate de replicar informaciones desfavorables.