Aniversario de un hippy recalcitrante (y un gran comunicador)

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Aniversario de un hippy recalcitrante (y un gran comunicador)

Murió hoy hace cuatro años. Por supuesto, a orillas del Mediterráneo, en Niza. Un egipcio de ascendencia judeo-griega, con nombre italiano (Giuseppe) («arabes, grecs, juifs, italiens, tous bons mediterranéens» cantó en su autobiográfica «Alexandrie«). Y nacionalidad francesa.

Adaptó a la grafía francesa su apellido Mustacchi porque cantó fundamentalmente en la lengua de Molière. Pero también lo hiz en inglés, griego, alemán, español, árabe, italiano, portugués, catalán, yidis, hebrero… y hasta en lengua vasca en compañía de Imanol.

Autor de una treintena de discos, de una veintena de bandas sonoras y de música para el teatro, antes de triunfar como cantautor escribió para mitos de la chanson francesa como Edith Piaf o Ives Montand. Publicó un puñado de obras literarias, hizo sus pinitos como actor, e intervino profusamente en programas musicales y de entrevistas en la pequeña pantalla. De manera que fue, más que un personaje mediático, un comunicador en toda regla.

En 1973 grabó la que es seguramente no la más conocida de sus canciones, pero sí una de ésas en las que se retrató.

En un tiempo en el que el sueño del Flower Power estaba muerto y enterrado y Mayo del 68 no era más que un vago y mitificado recuerdo, en aquellos sucios años 70 de la Crisis del Petróleo, con la Guerra de Vietnam aún inacabada, Pinochet recién instalado en el poder, la tromboflebitis como esperanza de cambio y los gargajos del Punk aún en fase de gestación, este barbudo Métèque se marca una quimérica y unilateral Declaración en la que caben la utopía, el pacifismo, la esperanza en el futuro, la libido, el deseo de reconciliación con la generación anterior… y con la posterior. Con un toque anarquista y una absoluta incorrección política (si le escuchamos con oídos de ese siglo XXI idealizado en la canción). Y con una magistral combinación de canto y recitado.

Proclamo el Estado de Felicidad Permanente
Y el Derecho de cada cual a todos los privilegios
Digo que el sufrimiento es un sacrilegio
Cuando hay rosas y pan blanco para todos

 

Contesto la legitimidad de las guerras
La Justicia que mata y la muerte que castiga
Las conciencias que duermen en el fondo de sus camas
La civilización en brazos de mercenarios

 

Contemplo cómo muere este siglo envejecido
Un mundo diferente nacerá de sus cenizas
Pero ya no vale simplemente con esperarlo
Lo he esperado demasiado, lo quiero ahora

 

Que mi mujer sea hermosa a todas horas
Sin tener que ocultarse bajo el maquillaje
Y que nunca más quede postergado
Las ganas que tengo de ella y de hacerle el amor

 

Que nuestros hijos sean hombres, pero no adultos
Y que se conviertan en lo que nosotros quisimos ser
Que seamos hermanos, camaradas y cómplices
En lugar de ser dos generaciones que se insultan

 

Que nuestros padres puedan al fin emanciparse
Y que se tomen el tiempo para acariciar a sus mujeres
Tras toda una vida de sudores y lágrimas
Y de periodos de entreguerras que nunca fueron la paz

 

Proclamo el Estado de Felicidad Permanente
Sin que se trate de palabras acompañadas de música
Sin esperar a que lleguen los tiempos mesiánicos
Sin que se vote en ningún parlamento

 

Afirmo que en adelante seremos responsables
No rendiremos cuentas a nadie ni a nada
Y convertiremos en azar en destino
Solos a bordo y sin amo y sin Dios y sin diablo

 

Y si quieres venir cruza la pasarela
Hay espacio para todos y cada uno
Pero aún tenemos camino por delante
Para ir a ver brillar una nueva estrella

 

Proclamo el Estado de Felicidad Permanente

Pues eso George: que no diste ni una, pero se nos siguen poniendo los pelos como escarpias.

Sit tiva terra levis.