La chocolatina humana, la incorrección política admisible

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La chocolatina humana, la incorrección política admisible

Comunicación teóricamente intolerable: hacer bromas con la corta estatura de una persona (y con su alopecia), presentar un  accidente de tráfico como algo humorístico, sugerir el canibalismo Todo ello utilizando a una estrella de Hollywood en horas bajas para anunciar golosinas poco saludables. Y delante de -previsiblemente- una audiencia de 111 millones de personas.

Toda esta aberración acumulada, según los cánones vigentes, se exhibirá en televisiones de todo el mundo el primer domingo de febrero, en el descanso de la Super Bowl.

– Tres personas trataron de comerme hoy, ¡TRES! (…) ¡Eh, el penique de la suerte! (…) Pero bueno, la cuestión es que a veces me gustaría ser humano… (…) ¡Mírame! ¡¡¡SOY HUMANO!!!

– ¿Quiere usted comerme?

– No

– ¿Quiere usted comerme?

– No, gracias.

– ¿No?

– ¿Le gustaría comerme?

– ¡JA! ¡NADIE QUIERE COMERME! ¡SOY EL MÁS AFORTUNADO… !

(es atropellado por el camión de la basura)

– Se te ha caído tu penique de la suerte

– Me veo muy bien…

– Sigues siendo bajito y calvo.

El spot tiene su punto, especialmente a la hora de mostrar la escasa capacidad de sorpresa de los neoyorquinos (sí, se rodó en la Gran Manzana), ni siquiera cuando un señor de corta estatura en pantalón corto se ofrece como almuerzo. Pero hay también un punto patético en el hecho de que un actor, productor y director de la -entiéndaseme- talla de Danny De Vito tenga que verse a sus años embutido en un ridículo atuendo, representando el papel de una pastilla de chocolate (bien es cierto que las célebres chuches de M&M han desarrollado una personalidad en función de su color a lo largo de su dilatada trayectoria publicitaria).

¿Una bocanada de aire fresco en tiempos de lúgubre corrección política? ¿O una inadmisible expresión de absoluta desconsideración hacia las personas de corta estatura y carentes de cabellera, los italoamericanos, los viejos, los feos, los actores… y las chocolatinas?

La cuestión radica en que retransmitir estos 30 segundos dirigidos por el desconocido Wayne McClammy cuestan cinco millones de dólares y que, a 166.000 dólares el segundo (133.000 euros), más vale que se hable de uno… aunque sea bien. Queda la duda de si un medio de comunicación masivo como es la televisión admitiría este tipo de chanzas si estuviesen protagonizadas por seres humanos de otras razas, otros géneros, con otras discapacidades, con un guión que hiciese bromas a partir de prácticas poco recomendables socialmente y que tuvieran que ver más con las prácticas sexuales que con las gastronómicas. Un anuncio de tabaco está, naturalmente, fuera de la cuestión.

Entretanto, toda la admiración y el respeto por el director de «La Guerra de los Rose«, el productor de «Pulp Fiction«, el notable actor de la serie «Taxi« y de grandes títulos del cine norteamericano de las últimas cuatro décadas, desde «Alguien voló sobre el nido del cuco» hasta «Big Fish«, pasando por «La Joya del Nilo«, «L.A. Confidential«, «Mars Attacks!«, «Hoffa«… y, claro, «Batman vuelve«. La mejor personificación de un pingüino que se ha vito en la gran pantalla: