En estos días en los que Jimmy Welsh emprende su enésima campaña de crowdfunding para la Wikipedia (como reza el dicho: «Es muy triste tener de pedir, pero más triste es tener que robar«), el fundador del que se ha convertido en principal recurso de consultas en Internet anuncia que, en tiempos de posverdad y de fake news, ha decidido salir al rescate del Periodismo.
«Las noticias están estropeadas… pero hemos encontrado la manera de repararlas«, empieza anunciando Jimmy. Y explica que, antes de la era de Internet, sólo accedíamos a la información a través de los medios tradicionales, y que editores y reporteros eran sus guardianes, que confiábamos en ellos para que dijesen La Verdad, y les pagábamos para ello. Pero las noticias se trasladaron al universo online y de repente lo queríamos todo gratis, que fuesen los anunciantes los únicos en pagar. «ESTO ES UN PROBLEMA», subraya Welsh, porque las respuestas son baratas, hay una salvaje competencia por los clicks, y las fuentes de información de ínfima calidad aparecen por doquier. Y las redes sociales, que buena parte de la audiencia utiliza para informarse, están fundamentalmente diseñadas para mostrarnos aquello que queremos ver, confirmar lo que creemos y mantenernos haciendo click a cualquier precio. Esto es lo que «estropea» la información de raíz, y en Internet no hay guardianes, una figura que conviene redefinir. Para eso nace WikiTribune, un nuevo website que instaura un nuevo modelo para las noticias, partiendo del Periodismo más profesional e incorporando la radical innovación del mundo Wiki: la idea de que una comunidad de voluntarios puede proteger, y protegerá, la integridad de esas noticias. Con artículos de autores conocidos, verificados y confirmados por periodistas profesionales y por una comunidad de voluntarios que trabajen conjuntamente como iguales. Y financiados no por anunciantes sino por lectores, gente suficientemente concienciada como para convertirse en patronos mensuales del proyecto. Y al mismo tiempo sin muros de pago, de manera que quien quiera pueda acceder a WikiTribune, y que cualquiera pueda solicitar que se someta a revisión determinado contenido. Las noticias se convierten así en algo vivo y en evolución, de acuerdo con el propio concepto primigenio de Internet. WikiTribune nace así libre de publicidad, creado por profesionales y «apoyado y verificado por la gente a la que más le importan las noticias: TÚ. Así que apúntate ya para apoyar WikiTribune, porque es hora de reparar las noticias«, concluye el mensaje.
De modo que ya no solo podemos remedar a Didérot y Dalembert, sino también a Walter Cronkite, cuya imagen aparece una y otra vez en el video promocional de WikiTribune cuando se trata de reflejar una información fiable, profesional y responsable. El problema es quizás que Cronkite no era infalible, que os editores y reporteros de esa idealizada era pre-Internet tampoco lo eran, y que muchos de ellos pecaban más bien de todo lo contrario: de ser manipuladores, sensacionalistas, mentirosos, de estar sometidos a las exigencias ideológicos de cada medio… Todas esas circunstancias que hicieron famosa la frase atribuida a William Randolph Hearts, uno de esos editores de la vieja escuela: «Que la verdad no te estropee un buen titular«.
Faltan todavía unos días para que el invento se ponga en marcha (actualmente está únicamente disponible una especie de demo), pero no parece descabellado avanzar que WikiTribune vaya a experimentar los mismos defectos y virtudes que la enciclopedia colaborativa en la que se inspira, a saber: de un lado, falta de garantía de veracidad, posibilidades de manipulación de contenidos, ausencia de rigor… Y de otro, libertad, accesibilidad, colaboración, vocación democrática…
Convertirse en el taller de reparación universal del periodismo… eso ya es harina de otro costal.