«Con los medios tradicionales en contra, Donald Trump ganó las elecciones gracias a twitter«, titula un reciente post de un medio especializado en la materia
, que comienza preguntándose:
«¿Podíamos imaginar que alguien que hace declaraciones salvajes sobre los latinos o los musulmanes, alguien que anima a sus seguidores a llevar armas, que humilla, miente e insulta a mujeres, que llama a su contrincante Clinton “asquerosa”, alguien que llega a declarar que “podría disparar a gente en la Quinta Avenida y no perdería voto”, podría convertirse en el presidente de Estados Unidos? Pues sí, la mayoría de quinielas y apuestas no llegaron a cumplirse».
Bueno, si sirve como precedente, Ronald Reagan, uno de los más apreciados presidentes de las últimas décadas (ocho años en el cargo) afirmó que los árboles causan más polución que los automóviles, que la teoría de la Evolución había sido puesta en duda por la comunidad científica, se opuso al movimiento pro-derechos civiles encabezado por Martin Luther King y, en una ocasión en que un técnico de radio le pidió una prueba de voz, no se le ocurrió mejor broma que decir: «Conciudadanos americanos, me alegra poder anunciar hoy que he firmado una ley para ilegalizar Rusia para siempre. Empezamos a bombardear en cinco minutos» (el audio está disponible en https://www.youtube.com/watch?v=CFCABnWlN8E). Hablamos del hombre que controlaba el botón nuclear durante la Guerra Fría, que por cierto fue reelegido para el cargo poco después de su gracieta.
Segundo argumento: «La principal conclusión es que hemos asistido a unas elecciones libradas en el ring de las Redes Sociales, Hillary Clinton recibió el respaldo de 229 diarios norteamericanos y 131 semanarios, Trump solo contó con la “confianza” de 13 medios, pero en las redes sociales, el republicano supera con amplitud de seguidores e interacciones a la candidata demócrata».
La cuestión es: ¿no habíamos quedado en que la victoria de Donald Trump se había sustentado en la América profunda, los rednecks cincuentones supremacistas blancos del Medio Oeste y las pequeñas ciudades, gente más inclinada a darle al frasco, ver la tele, jugar al billar o acudir a una bizarra iglesia metodista antes que perder su tiempo en las redes sociales? Por otra parte, «ser seguidor e interaccionar» en Twitter no supone necesariamente apoyar necesariamente las opiniones del emisor (a veces, más bien todo lo contrario).
Lo que es un hecho cierto es que el nuevo inquilino de la Casa Blanca ha sido el rey del mambo en los medios a lo largo del último año, y muy especialmente en los medios convencionales, y más en concreto en televisión. Es cierto que ha creado conscientemente un personaje odioso, y que con ese personaje ha triunfado (como triunfan casi siempre, en términos de fama y fortuna, los malos de cualquier Reality, sin duda el género televisivo más alejado de la realidad). Presentarse como (y probablemente ser) un ogro fascistoide, asilvestrado y bocón, la valió a Gil y Gil un triunfo incontestable, es cierto que a otra escala, cuando no existía Internet; Berlusconi, otro multimillonario incompatible con el buen gusto y aficionado a insultar a las mujeres, ha sido primer ministro de Italia por tres veces, sin aparente intervención de las redes sociales. Y así podríamos seguir. La cuestión es que más de uno ha optado por adaptar el «Soy negro, y estoy orgulloso» de James Brown por algo parecido a «Soy un fatuo ultra-reaccionario ignorante, y estoy encantado de haberme conocido«.
Puede incluso que hasta pueda ser una mera fachada, en algún caso. Pero en Comunicación -y sobre todo en Comunicación política- es lo que triunfa.
Pero bueno, volviendo al principio: una visión humorística de lo que pudo ser el equipo de tuiteros del magnate:
Mr. Trump’s twitter is about fighting!!!