Todos estos momentos NO se perderán, Rutger

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Todos estos momentos NO se perderán, Rutger

Profecía autocumplida: no ha sido en el ominoso Los Angeles imaginado por Philip K. Dick, sino en la ignota Beetsterzwaag. Pero sí ha ocurrido en el mismo año: 2019. Se nos ha ido el replicante más salvaje -a la vez que compasivo- fabricado por la Tyrell Corporation. Capaz de recitar a William Blake momentos antes de asesinar al diseñador de sus ojos. O de llorar pidiendo perdón por sus desmanes («I’ve done… questionable things«) antes de despanzurrar el cráneo del propio Creador. El mismo que, con un clavo atravesándole la mano y acompañado de una paloma, decide salvar la vida del verdugo que ha acabado con su chica y con sus camaradas.

El inolvidable monólogo final del personaje fue -cuenta la leyenda- la inspiradísima improvisación, en medio de un rodaje caótico y lleno de mal rollo, de un actor neerlandés grande como un armario, al que apenas se conocía como protagonista de «Delicias turcas», la película que abrió las puertas de Hollywood a él y a su director, Paul Verhoeven. Y ese recitado, en una película que fracasó estrepisosamente en su día, es hoy un lugar común que conocen hasta quienes no la han visto. Una suerte de apología de la imperfección y las limitaciones de la existencia, a la vez que un acto de reafirmación al más puro estilo James BrownSay it loud: I’m black and I’m proud«), solo que sustituyendo el argumento étnico por el existencial.

De modo que, irónicamente, el momento más esplendoroso en la carrera cinematográfica de Rutger Hauer no se perderá en el tiempo como lágrimas en la lluvia, sino que permanecerá en el recuerdo de millones de espectadores durante décadas. O acaso siglos, en el caso de que los seres humanos decidan que el cine debe seguir siendo -como dijo Gabriel Celaya de la poesía- necesario «como el pan de cada día, como el aire que exigimos trece veces por minuto«.

«Los ángeles en llamas descendieron

Truenos ensordecedores retumbaron en las costas

Ardiendo con los fuegos de Orc«.

In Memoriam: Rutger Hauer (Breukelen-Utrecht) 1944 – Beetsterzwaag 2019) y Roy Batty (Laboratorios Tyrell 2016 – Los Angeles 2019)