Probablemente, el ámbito de la Comunicación afronta uno de sus mayores retos en refranes como Unos tienen la fama, y otros cardan la lana, o Cría fama y échate a dormir. En positivo, es magnífico; en negativo, entramos en el proceloso mundo de las leyendas negras: ¿cómo combatir contra ellas?
Viene esto a cuenta de una reciente estadística que revela que, a lo largo del presente año, las selfies han provocado más víctimas mortales que los tiburones. Los escualos han acabado con ocho personas, mientras que los autorretratos han sido la causa directa de 12 muertes. Éstas últimas incluyen a un turista japonés de 66 años que rodó por las escaleras del Taj Mahal, una mujer corneada por un bisonte en el Parque Nacional de Yellowstone (EE UU), atropellos por trenes u otros vehículos en movimiento, o incluso incidentes relacinados con armas de fuego. Y la estadística podía haberse incrementado con casos como los lerdos que pretenden auto-fotografiarse en las situaciones más insólitas, como por ejemplo los encierros de San Fermín. En la Rusia de Putin, el Gobierno ha tomado cartas en el asunto con una campaña de concienciación que incluye imágenes como ésta:
Pero a fin de cuentas el tiburón conserva su status, gracias en parte a la película de Spielberg, que a mediados de los 70 noz hizo pensárnoslo dos veces antes de darnos un chapuzón en la playa.
¿Para cuándo un thriller de poner los pelos de punta sobre los peligros del smartphone?