Sobre el general Lee y «la dualidad de la cuestión sureña»

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Sobre el general Lee y «la dualidad de la cuestión sureña»

La enésima polémica en torno a Trump ha tenido que ver con la “cuestión sureña” y la tibieza del magnate/presidente la hora de condenar el discurso neonazi, o su ambigüedad al equiparar a los supremacistas blancos y a los grupos anti-racistas. Pero, dado que la controversia inicial se originó en torno a la figura del general Robert E. Lee, quizás no esté de más revisar algunas ideas comunes que los medios de comunicación trasladan habitualmente en torno a los Estados del Sur de los EE UU.

Existe una creciente tendencia a equiparar la exhibición de la bandera confederada con las posturas más racistas y reaccionarias en la sociedad norteamericana, y de hecho se han producido ya numerosas iniciativas políticas y legislativas para prohibir su presencia pública, especialmente a raíz de la matanza de la iglesia de Charleston en 2015.

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Sin embargo, habría que recordar que no faltan referencias culturales a los confederados en las que la defensa del esclavismo está completamente ausente. Empezando por algunos clásicos del cine.

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Raoul Walsh.

Raoul Walsh, en su romántico, militarista y mitificado biopic del general Custer (“Murieron con las botas puestas”, 1941), rueda una emotiva escena en la que los cadetes de West Point se ven obligados a elegir entre uno los dos bandos ante la inminente Guerra Civil, y en la que un político mezquino aparece retratado como instigador del conflicto. Con el caballeroso comandante de la academia dando la oportunidad a los “caballeros del Sur” de abandonar pacíficamente la institución –a sabiendas de que habrá de enfrentarse con ellos en el campo de batalla-, y despidiéndoles con la banda tocando “Dixie”, el himnos no oficial de los sudistas.

John Ford filmó numerosas referencias a la Guerra Civil, pero probablemente ninguna tan emotiva como el funeral del soldado John Smith en “La legión invencible” (“She wore a yellow ribbon”, 1949). Smith es el poco imaginativo alias del antiguo general confederado Rome Clay que, junto a otros excombatientes del Sur, ha optado por el combate anónimo en las filas de la Caballería durante las Guerras Indias para sobrellevar la derrota. Su contraparte, el capitán nordista Nathan Brittles (John Wayne), permite un último homenaje al camarada caído, presidido por una bandera confederada artesanalmente improvisada por el personaje que interpreta Mildred Natwick con los restos de sus enaguas.

Ciertamente, los dos maestros del Séptimo Arte exhibieron en torno a este cuestión una visión buenista y alejada de la polémica. Probablemente porque creían que era necesario seguir restañando heridas tras una guerra que había tenido lugar ocho décadas antes de la realización de ambos filmes. Y que provocó más de 600.000 muertos en ambos bandos.

Con la llegada de la era del Rock, las referencias a la guerra de secesión adoptaron otro cariz. Se ha hecho legendaria la réplica de Lynyrd Skynyrd a Neil Young con su inmortal “Sweet Home Alabama”: “Escuché a Neil Young cantar a Alabama / Escuche al viejo Neil menospreciarla / Espero que el Sr. Young recuerde / Que un sureño en absoluto le necesita”. (*)

Y no menos clásico el inolvidable “The night they drove Old Dixie down” (“La noche en la que fue derrotado el Sur”) a cargo de The Band, un grupo integrado por cuatro canadienses… y un nativo de Arkansas que tuvo mucho que ver en la redacción definitiva de una letra de problemática traducción:

Al igual que mi padre antes que yo, trabajaré la tierra / Junto con mi hermano mayor, tomamos partido por los rebeldes / Solo tenía 18 años, era orgulloso y valiente, pero un yanqui lo mandó a la tumba / Y juro por el barro que hay bajo mis pies / Que no se debe apalear a alguien que ha sido derrotado”. (*)

Los Drive-By Truckers han sido otro de los grupos que han tratado de despojar a la identidad sureña de sus implicaciones racistas. Dedicaron una ópera-rock a esta cuestión, en la que uno de los cortes se titula precisamente “The Southern Thing” (“La cuestión sureña”):

No se trata de excusas o coartadas / No se trata de campos de algodón o de mentiras acerca de la recogida del algodón / No se trata de razas, aquella vergüenza / Porque para los putos ricos todos los pobres perecen iguales” (…) “Mi tatarabuelo tenía agujereado el costado / Solía contar la historia a su familia en Navidad / Recibió un disparo en Shiloh, pensó que moriría solo / A causa de una bala yanqui, a menos de 30 millas de casa / No hay plantaciones en mi árbol genealógico / NO era partidario de la esclavitud, creía que todos los hombres deben ser libres / ‘Pero quiénes son esos soldados que desfilan por mi tierra?’ / Su mujer podía oír los cañones y temía por su esposo”. (…) “Oí contar la historia que pasaba de generación en generación / Una historia que hablaba de coraje, de gloria y de autoafirmación rebelde / Cuatro generaciones, las cosas han cambiado mucho / Robert E. Lee / Martin Luther King / Hemos recorrido un largo camino creciendo a partir de la llama / Mantente al margen de la cuestión sureña”. (*)

En resumidas cuentas, no una defensa de los tiempos de las decadentes mansiones y del sometimiento de la población afroamericana, sino una reivindicación de un territorio –físico y sentimental-, una queja por el trato recibido de parte de los vencedores, una denuncia de olvido e injusticia por parte del Gobierno Federal, y una queja por el permanente estereotipo acerca del sureño como un redneck semi-analfabeto, un fanático religioso presto a colocarse la capucha del Ku Klux Klan y a linchar negros.

En “Southern Rock Opera” se incluye un corte que no es una canción, sino un discurso –con la banda acompañando en segundo plano- de casi siete minutos de duración a cargo de Patterson Hood, titulado “The three great Alabama icons” (“Los tres grandes iconos de Alabama”). Se refiere al político y tres veces gobernador del Estado, George Wallace; al entrenador de fútbol americano Bear Bryant; y al líder de Lynyrd Skynyrd, Ronnie Van Zant.

Crecí en el norte de Alabama allá en los 70, cuando los dinosaurios aún vagaban por la Tierra (…) Ronnie Van Zant no era de Alabama, sino de Florida, y era un gran admirador de Neil Young (…) pero creía que había que sacar a la luz el otro lado de la historia. Neil Young siempre ha declarado que ‘Sweet Home Alabama’ es una de sus canciones favoritas, y cuenta la leyenda que fue uno de los que llevaron a hombros el féretro en el funeral de Ronnie, como un reflejo de la dualidad de la cuestión sureña (…) Hay pocas cosas más queridas en Alabama que el fútbol y los hombres que saben cómo ganar los partidos. (…) Yo era considerado uno de los mariquitas porque odiaba el fútbol, así que me hice con una guitarra, pero una guitarra era un pobre reemplazo de un balón de fútbol para las chicas de mi instituto. (…) No fue hasta unos años más tarde, cuando abandoné el Sur por un tiempo, cuando empecé a apreciar y a entender toda la cuestión en torno a los Skynyrd y su gloria incomprendida. Dejé el Sur y aprendí cuan diferente de lo que yo había vivido era la percepción que la gente foránea tenía de la cuestión sureña, lo que nos conduce a George Wallace, que fue a efectos prácticos el gobernador de Alabama entre 1962 y 1986. Cuando una ley le impidió presentarse a la reelección, presentó a su mujer, Lurleen, en su lugar y ganó las elecciones de calle. Es más conocido como la voz racista y beligerante del Sur segregacionista (…) Pues bien, Wallace inició su carrera como abogado y juez, con una trayectoria muy progresista y humanitaria para una persona de su época, pero perdió en su primera candidatura a Gobernador en 1958 eludiendo la polémica acerca de un hombre que se pronunció en contra de la integración. Wallace se presentó de nuevo en el 62 como un acérrimo segregacionista, arrasó, y durante la siguiente década siguió manifestándose alto y claro. Acusó a Kennedy y a King de comunistas, y aparecía constantemente en los medios de comunicación nacionales representando a “la buena gente” de Alabama… Y bueno, ya sabes, en la casa en la que crecí el racismo era algo de lo que oías hablar en la tele. (…) Pero no fue hasta que salí del Sur cuando me di cuenta de hasta qué punto. Wallace se asociaba con Alabama y sus gentes. El racismo es un problema mundial, y así ha sido desde que se tiene noticia de la historia, y no es una cuestión exclusiva de blancos y negros, pero gracias a George Wallace es siempre un pelín más oportuno hablar de ello con acento sureño. Bandas como Lynyrd Skynyrd trataron de mostrar otra faceta del Sur, una que ciertamente existe, pero muy pocos supieron mirar por encima de la bandera rebelde, y esto es de aplicación no solamente a sus críticos y detractores sino también a sus fans y seguidores. (…) Irónicamente, en 1971, tras una campaña especialmente cargada con la cuestión racial, Wallace comenzó a dar marcha atrás y abrió la política de Alabama a las minorías a una escala mucho mayor que en los estados del Norte o en el Gobierno Federal. Wallace dedicó el resto de su vida a tratar de explicar su pasado racista y en 1982 ganó su último mandato, con más del 90% del voto negro, esa es la dualidad de la cuestión sureña… Y George Wallace murió en el 98 y ahora está en el infierno, pero no porque sea un racista. Su trayectoria como juez y la búsqueda de redención en la última parte de su vida ofrecen un buen argumento para que esté, al menos, no en peor lugar que la mayoría de los hombres blancos de su generación, tanto del Norte como del Sur. Debido a su ciega ambición y a su hambre de votos, cerró los ojos al sufrimiento de la América negra, y se convirtió en un peón en la causa de la lucha contra los Derechos Civiles… Afortunadamente para él, el diablo es también Sureño”. (*)

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Patterson Hood.

Esa “dualidad de la cuestión sureña”, como la define repetidamente Hood, es lo que uno echa en falta en los medios de comunicación cuando se aborda el debate en torno a los símbolos confederados. Porque, efectivamente, desde los aledaños de Trump (la alt-right, los supremacista blancos o la América pura y simplemente reaccionaria) hasta el KKK han hecho ostentación de la Southern Cross. Pero ni Raoul Walsh, ni por supuesto John Ford, ni grupos como Lynyrd Skynyrd, The Band o los Drive-By Truckers pueden ser confundidos de ninguna manera con neo-nazis.

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* Como siempre, con disculpas anticipadas por posibles faltas de exactitud en las traducciones.