Quien no tiene nada que esconder tiene probablemente mucho que contar

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Quien no tiene nada que esconder tiene probablemente mucho que contar

Con el permiso de Woody Allen, de quien tomamos prestado el título de una de las más célebres y divertidas películas de su “época cómica”, abrimos este modesto blog con la austera intención de aclarar algunos malentendidos en torno al mundo de la Comunicación. Porque quienes nos movemos en este sector constatamos a menudo la necesidad de explicar en qué consiste nuestro trabajo, qué beneficios aporta, qué somos capaces de conseguir (y qué queda fuera de nuestro alcance), a qué problemas nos enfrentamos, cuándo y por qué puede ser conveniente recurrir a nuestros servicios…

Aunque se pueden encontrar multitud de definiciones académicas en torno a este término, probablemente es de mayor utilidad trasladar una idea sencilla: apostar por la Comunicación significa aspirar a “ser noticia”. O, dicho en otras palabras, plantearse alcanzar un cierto protagonismo en los medios de comunicación para reflejar algo novedoso, fuera de lo común, que sea de interés general para el público de toda condición o cuente con un atractivo específico para una audiencia determinada, más o menos amplia. En definitiva, se trataría de responder a una sencilla pregunta: ¿Tengo algo digno de ser contado y difundido?

Primera entrada BlogExiste una idea bastante generalizada en torno a las limitadas posibilidades de acceder a este “protagonismo mediático”, como si se tratase de un terreno acotado para un club de socios VIP: las administraciones públicas, los partidos políticos, las empresas más importantes, las instituciones, los poderes más o menos fácticos, los ases del deporte, los artistas famosos y una nómina variable de personajes mediáticos de variado pelaje. Nada más lejos de la realidad a poco que nos fijemos en el día a día de los medios de comunicación.

En efecto, “ser noticia” no consiste únicamente ocupar la portada del diario de más tirada, convertirse por unas horas en trending topic de las redes sociales o aparecer en el informativo televisivo de mayor audiencia. Una adecuada acción de Comunicación no tiene por qué necesariamente aspirar a llegar a todo el mundo. Nuestro público objetivo, aquel al que pretendemos acceder con carácter preferencial, puede localizarse en un ámbito geográfico específico, circunscribirse a un círculo profesional o sectorial concreto, concentrarse en torno a unas fechas o a un acontecimiento determinados… Sin descartar la posibilidad de que un outsider pueda en un momento determinado atraer la atención de las cámaras y los micrófonos.

Es más, a veces da la impresión de que los periodistas, los propios medios de comunicación y hasta sus audiencias empiezan a estar un tanto hartos de prestar demasiada atención a “los de siempre”, y muestran una excelente predisposición a dar la alternativa a nuevos protagonistas y a hacerse eco de nuevos mensajes. Obviamente no a cualquier precio, puesto que esos generadores alternativos de noticias habrán de atenerse al requisito básico del “ser noticia” que mencionábamos al comienzo: dar a conocer algo novedoso y de interés para el público al que nos vayamos a dirigir.

Empresas de tamaño mediano o pequeño, movimientos ciudadanos, asociaciones o iniciativas sociales de toda condición, creadores e instituciones culturales, organizaciones no gubernamentales, colectivos profesionales, personas individuales con una trayectoria o una experiencia peculiares… Existe un amplísimo catálogo de agentes sociales con mensajes novedosos, de interés, susceptibles de tener su reflejo en los medios de comunicación. Obviamente, se trata de modular ese mensaje y de hacerlo llegar con el lenguaje apropiado, en el momento oportuno y al interlocutor adecuado, a partir de un análisis realista de sus expectativas de difusión.

Podríamos decir que, en este ámbito de lo noticiable, sólo tienen algo que perder quienes no confían en sus propios argumentos, quienes temen que salgan a la luz determinadas prácticas o tienen algún cadáver oculto en el armario, quienes saben que el ojo público es perjudicial para sus actividades. Para los demás, para la gran mayoría, podríamos dejar establecido que, al menos en términos mediáticos, quien no tiene nada que esconder tiene probablemente mucho que contar.

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