La Publicidad y la Comunicación Corporativa (entendida como vocación por estar presente en los medios informativos protagonizando noticias) son dos vías bien diferentes (paralelas o, en algunos casos, convergentes) para lograr presencia, notoriedad y reconocimiento mediáticos.
Se trata de dos disciplinas que, pudiendo ser complementarias, son bien diferentes entre sí. Tan diferentes como los protagonistas de dos series de TV de impacto. Los publicistas -una profesión no especialmente propicia para ser retratada en la ficción- han alcanzado su quintaesencia televisiva en esos «Mad Men» de la América de los primeros años 60; los periodistas -éstos sí más habituales protagonistas tanto en la gran como en la pequeña pantalla- tinen un claro referente en «Lou Grant«, el retrato de la mejor tradición del periodismo independiente en los EE UU post-Watergate de finales de los 70 y primeros 80.
Todo el mundo tiene clara la diferencia entre Publicidad e Información… en teoría. Porque no es extraño encontrarse con preguntas del tipo: ¿Cuánto cuesta aparecer en tal o cual medio, que me entreviste la emisora X, que me hagan un reportaje en el suplemento Z? O bien: ¿Cómo es que no han publicado mi nota de prensa? Sin descartar la sempiterna: ¿Por qué no se ha publicado el comunicado íntegro? Con su variante: ¿Por qué no han titulado como yo quería?
Dado que lo obvio, en ocasiones, no lo es tanto, no estará de más dejar constancia, en formato de decálogo, de las principales diferencias entre las dos maneras más habituales de acercarse a los medios de comunicación con afán de lograr un cierto protagosnimo. Y que podríamos simplicar con la disyuntiva entre comprar un espacio… o tratar de seducir para conseguirlo.
En definitiva, establecer la diferencia entre Don Draper y Lou Grant.
