Hay que admitir que la muerte de una celebridad atrae el interés informativo, y obliga a los medios de comunicación a ocuparse de ella. Aún así, a raíz del fallecimiento de Prince, es difícil no recordar con un punto de repugnancia el comportamiento de buena parte de los mass-media ante este tipo de sucesos.
Natalie Merchant, ex-vocalista de los 10.000 Maniacs y en mi opinión una de las cantautoras norteamericanas más destacadas de las últimas dos décadas, puso demoledora letra y soberbia música a este sentimiento en «River«, un epitafio a la memoria del actor River Phoenix:
(…)
Por qué no le dejáis en paz
Se ha ido
Lo sabemos
Dejad tranquilos a sus padres
Vuestra imparcialidad carroñera
Vuestras triviales calumnias
Asesinarán su memoria
Se ha ido
Lo sabemos
Y no es nada más que una tragedia
(…)
Vi cámaras exponiendo tu vida
Oí rumores alimentados con mentiras
Vi chavales llorando
Llanto y multitudes en torno al espectáculo
Del lugar donde te derrumbaste aquel día
Donde suspiraste
Tu último aliento y tus últimas palabras
Donde se desagarró tu corazón
Donde pereciste
Donde pereciste
Donde pereciste
(…)
Pese a lo que da a entender su sentido homenaje al malogrado actor, Merchant admitió que no se trataba de una de sus amistades más cercanas: «Escribí la canción cuando me enteré de su fallecimiento, y en ese momento estaba enfurecida, porque sentí que la prensa trataba su muerte como si fuera un acontecimiento mediático en lugar de una tragedia para él, para su familia y sus amigos«.
La «imparcialidad carroñera» a la que hace referencia la cantante neoyorkina es probablemente inevitable, pero en un mundo ideal acaso -por una vez, y sin que sirva de precedente- convendría que los periodistas imitaran a las confesiones cristianas, que resuelven la cuestión de una manera mucho más escueta y sin duda más elegante:
Requiescat in Pace (RIP)