Me acuso de enviar notas de prensa

Me acuso de enviar notas de prensa

Con algún retraso respecto a su fecha de emisión inicial (5 de marzo), he seguido con interés la tertulia que el boletín digital Reason Why ha dedicado a “Periodismo Low Cost, Fake News y Posverdad”.


Un debate más que pertinente en estos tiempos, pero en el que, sorpresivamente (24’50» en el video), las notas de prensa han aparecido de alguna manera identificadas con las noticias falsas, la posverdad, los bulos y el periodismo barato, de ínfima calidad y sin credibilidad. Cuando uno se ha dedicado unos cuantos años ha trabajar a menudo en la redacción de este tipo de comunicados, el cuerpo pide sugerir algunas matizaciones a lo escuchado.

1.- Las notas de prensa son, efectivamente, «información de parte»: alguien tiene interés en dar a conocer un contenido determinado, y para ello cuenta con profesionales que se ocupan de su elaboración y distribución en los canales que consideran más adecuados. Los periodistas que reciben este tipo de comunicados en cada uno de los medios son los encargados de examinar, valorar, contrastar, matizar y finalmente difundir (o descartar) la información entre sus lectores/oyentes/televidentes.

2.- Las notas de prensa son, en consecuencia, una fuente de información más, al igual que los despachos de las agencias, las comparecencias públicas, los avisos, las confidencias, lo que difunden otros medios de comunicación… En todos los casos, al menos en teoría, se debería seguir el mismo procedimiento anteriormente mencionado: examinar, valorar, contrastar, matizar y  difundir o descartar la información, en función de que se considere veraz y suficientemente relevante.

3.- Las notas de prensa no son, en efecto, asépticas ni neutrales… como tampoco los son los medios de comunicación. Desde que el mundo es mundo (o desde que la prensa es prensa), los medios han perseguido tanto el beneficio económico como influir en sus receptores, y en muchos casos este segundo aspecto ha primado sobre el primero. Acusar de «partidismo» a una agencia de comunicación desde un periódico o una televisión remite instantáneamente a referencias evangélicas, como aquella de ver la paja en el ojo ajeno y no ver la viga en el propio, o quizás la aún más contundente «quien esté libre de pecado, que tire la primera piedra«.

4.- Independientemente de su vocación «propagandística», la nota de prensa tiene también una dimensión práctica. ¿Cómo si no dirigirse a la enorme diversidad de receptores (agencias, prensa, radio, TV, digitales, medios sectoriales especializados, etc.)? Siendo materialmente imposible dirigirse individualmente a cada medio, ¿entendería alguien que las grandes empresas no difundiesen periódicamente sus resultados? ¿Que un club de fútbol no diese cuenta de que ha cesado a su entrenador? ¿Que un teatro no informase de su programación? ¿Que una empresa tecnológica no expusiese un avance o un descubrimiento? Los comunicados a la prensa son no ya necesarios, sino absolutamente imprescindibles. Otra cosa es la gestión de la información que contienen por cada uno de los medios de comunicación que los reciben.

5.- Enviar una nota de prensa no implica negarse a explicar, matizar o ampliar la información que contiene. Antes al contrario: creo que la mayoría de los gabinetes de comunicación están encantados cuando los periodistas les llamen para contrastar cualquiera de los aspectos mencionados en la nota.

6.- Como todo en la vida, las notas de prensa se pueden hacer bien, mal o regular. Se pueden elaborar con la específica intención de engañar y/o manipular… o no. Se pueden acompañar de chantajes o amenazas cuando el gabinete de comunicación, la empresa o la institución que las emite cuenta con poder para ello… o se pueden enviar con la convicción de que la información que contienen puede ser de interés para los medios, sin que tenga por qué existir ninguna contraprestación o compromiso previo. Podríamos seguir ad infinitum señalando los riesgos de la mala práctica profesional desde un gabinete de prensa, pero también podríamos tomar cualquier ejemplo de periódico, web, emisora de radio o de televisión y preguntarnos si alguna vez ha mentido, ocultado información, manipulado la misma en favor de sus intereses ideológicos, practicado el sensacionalismo… Y aquí podríamos volver a las referencias bíblicas o, mejor aún, al inimitable Walter Burns de «Primera Plana«:

Llaman la atención, en todo caso, algunos extractos de la mesa redonda: «Yo siempre digo que a las notas de prensa no hay que hacerles caso, el periodismo no está en las notas de prensa«, «Si te digo que no he abierto una nota de prensa en los últimos cinco meses…«, o el que es quizás el más sorprendente: cuando uno de los contertulios cita un comunicado oficial del Gobierno como ejemplo de «notas de prensa que hay que abrir», y quien se había mostrado más crítico matiza: «Yo me refería a la empresa privada«, dando a entender que la intoxicación es legítima cuando proviene de las administraciones públicas. Más aún, cuando el debate entra en el pantanoso terreno de los publirreportajes, alguien se escandaliza por el hecho de que un descarado anuncio de hamburguesas publicado como información haya aparecido «al lado de los resultados de Iberdrola«, cuando esta compañía eléctrica se dirige puntualmente y con periodicidad trimestral a los medios para trasladarles la marcha de la empresa… por medio de una nota de prensa (que por lo visto es, también en este caso, absolutamente irreprochable).

Naturalmente, en el transcurso de la mesa redonda también se ponen de manifiesto prácticas que, a mi modesto entender, son absolutamente recomendables, como las de llamar a la empresa que envía la nota para contrastar su contenido, no publicarla tal cual se recibe y, definitiva, evitar la práctica del copy-paste porque, como señala uno de los contertulios, «Si todos los días pegas una nota de prensa y la publicas en portada, tu credibilidad va a ser cero«. Tampoco está de más el recordatorio de que «tiene que haber de todo, periodistas de investigación y de edición«. Porque, como es evidente, las grandes exclusivas y los reportajes de investigación en ningún caso ocupan el 100% del espacio en ningún medio de comunicación.

Tampoco está de más subrayar que, en función de la tarea concreta que desempeñe cada periodista, el número de notas de prensa que se reciben a diario puede variar sustancialmente. Y puede llegar a ser en ocasiones difícil de gestionar: los gabinetes de comunicación somos conscientes de ello, y la mayoría somos muy conscientes de que inundar de mensajes a nuestros interlocutores no es en absoluto recomendable, más bien todo lo contrario.

Para concluir, y volviendo a las referencias religiosas: he hecho examen de conciencia y sí, me acuso de enviar notas de prensa… pero no me arrepiento.