En el sector de la comunicación, el Gabinete de Crisis viene a ser el último recurso frente al Armagedón, la catástrofe del fin de los tiempos, la fecha apocalíptica en la que los medios de comunicación se lancen inmisericordes a nuestra yugular. De modo que un gabinete de prensa debería tener siempre lista una estrategia en previsión de la peor de las catástrofes en términos de imagen pública del cliente.
Sin negar que en determinadas situaciones no está de más que el personal de comunicación se ponga las pilas y dé lo mejor de sí mismo, la realidad pone en cuestión a veces la necesidad de elaboradas estrategias para contrarrestar un mensaje negativo en los medios de comunicación.
Tomemos el caso reciente de Iberdrola, una compañía eléctrica a la que la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) acaba de imponer una sanción de 25 millones de euros por manipular el precio de la energía eléctrica en 2013. La CNMC considera probado que la compañía eléctrica “cerró el grifo” de sus rebosantes centrales hidráulicas para encarecer artificialmente el precio de la electricidad, una operación que le reportó un beneficio de 21,5 millones de euros obtenido en un breve periodo 23 días. La resolución íntegra está disponible en: http://cnmc.es/Portals/0/Ficheros/notasdeprensa/2015/ENERGIA/2015201511_SNC-DE-46-14_.pdf
Independientemente de la cuantía de la sanción –llama la atención que a un fraude estimado de 21,5 millones le corresponda una sanción de solo 25-, parecería que la publicidad de semejante actuación por parte de una compañía que proporciona un servicio público indispensable como es el suministro de energía desencadenaría una reacción en cascada de grandes titulares, columnas de opinión críticas, severas editoriales, airadas reacciones de tertulianos de todo pelaje, sarcásticas tiras cómicas y hasta inmisericordes puyas por parte de los monologuistas.
Nada de eso ha ocurrido. Por supuesto, la noticia se ha publicado, pero se diría que no con la profusión que han alcanzado otros casos de corrupción o de latrocinio masivo de bastante menos cuantía. ¿Tendrá relación este extraño fenómeno con los anuncios publicitarios que la empresa que dirige Sánchez-Galán inserta –aquí sí con gran profusión- en los principales medios de comunicación?
El refranero viene al pelo en este caso: a grandes males, grandes remedios. Grandes remedios en forma de grandes inversiones publicitarias, habría que precisar.