“La comunicación es una diosa a la que todo el mundo adora y hasta corteja sin escrúpulos y sin tener —muchas veces— una estrategia clara de acercamiento. El problema es que muchas organizaciones se dejan obnubilar por esa diosa, la instrumentalizan, la manosean y la convierten en un fin en sí mismo, cuando en realidad es un instrumento que se utiliza para conseguir un objetivo: transmitir hacia dentro y hacia afuera lo que está haciendo esa organización y hacerlo en clave positiva. (…) Hoy en día se oye frecuentemente a los políticos: “No hemos sabido transmitir adecuadamente”. Quien lo dice tiene a su servicio a decenas de profesionales encargados del Gabinete de Comunicación. En esos casos lo que falla no es la comunicación, es el mensaje, que es inadecuado o inaceptable para la opinión pública. No falla el mensajero. Falla el mensaje. También falla, en parte, el mensajero por no tener agallas de decirles a sus jefes que eso no va a funcionar, que la opinión pública no es tonta. La honestidad y la transparencia son claves en ese proceso.”
Txema García de la Piscina, experto en gabinetes de comunicación