¿Facebook al rescate de La Verdad?

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¿Facebook al rescate de La Verdad?

La posverdad sigue dando que hablar en el mundo de la comunicación. Penúltima noticia al respecto: Mark Zuckerberg se erige en paladín de la-verdad-toda-la-verdad-y-nada-más-que-la-verdad, y anuncia que Facebook clasificará los medios de comunicación y las fuentes de noticias de acuerdo a su fiabilidad.

¡Ardua labor, vive Dios! Si ya en los tiempos pre-Internet la lista de periódicos, agencias de noticias, emisoras de radio y de televisión, revistas, etc. era prácticamente inabarcable, imaginemos a los chicos de la «f» recuadrada tratando de clasificar y calificar miríadas de fuentes de información online y offline que nos bombardean en la era del smartphone.

“Hay mucho sensacionalismo, desinformación y polarización en el mundo a día de hoy«, parece que ha dicho el prócer. Independientemente de que la afirmación tenía sentido también en los tiempos del No-Do, un primer problema reside quizás en la cualificación y la credibilidad que la propia red social de Zuckerberg puede exhibir a la hora de auto-adjudicarse la labor de separar el trigo de la paja.

Una segunda cuestión a considerar: ¿cual sería el plazo de caducidad del certificado de buena conducta informativa? ¿O acaso la bula del Papa Mark duraría para siempre? Por no mencionar que probablemente cualquier consumidor de noticias habrá podido acreditar casos informaciones manifiestamente manipuladas o directamente falsas a cargo de medios supuestamente serios y profesionales (suele ocurrir cuando se trata de asuntos relacionados con los intereses más cercanos a los accionistas, al grupo político o a la administración pública que gestione el medio en cuestión).

Puestos a ser estrictos y exigentes, y sin ánimo de darle a Mr Zuckerberg más problemas de los que ya le abruman, ¿quién es en el fondo el responsable de las fake news? ¿Quien las inventa o quien las difunde en las redes sociales? Porque probablemente habrá más de un mentiroso compulsivo con una cifra ridícula de seguidores o de amigos… De modo que habría que someter al facebookiano juicio también a lo más granado de los influencers, es decir, a la intelligentsia del fútbol, la canción ligera y algunos cuestionables programas de entretenimiento.

De modo que, antes de que el universo Facebook se convierta en una especie de emulación de la desesperada e infructuosa búsqueda del Santo Grial por los caballeros del rey Arturo, ¿por qué no partir de la premisa de que, en realidad, el periodismo de calidad y un tratamiento profesional, ético y responsable de la información no tienen necesariamente que ver con las redes sociales?