En apenas tres años se cumplirá el cincuentenario de dos canciones cuyos autores han contribuido como pocos a conformar el arquetipo contemporáneo en torno al mar Mediterráneo, a su esencia identitaria (a ojos, al menos, de los europeos). Un arquetipo que se trasladó con éxito a los medios de comunicación pero que, casi medio siglo después, contrasta poderosamente con las asociaciones de idea que afloran actualmente cuando mencionamos el Mare Nostrum.
Esas dos canciones son, por supuesto, “Mediterráneo”, de Serrat. y “En Méditerranée”, de Moustaki. Compuestas en castellano y francés respectivamente, y que en consecuencia han tenido una repercusión bien diferente en función de su respectivo ámbito lingüístico. Pero que comparten, además de 1971 como año de su publicación en disco, una cierta imaginería común, ya que el cantautor catalán y el bardo franco-italo-greco-arábico-judío rememoran sus recuerdos infantiles junto al mar, y reivindican la historia y la confluencia de culturas como esencia mediterránea.
Dado que la balada de Serrat es suficientemente conocida, quizás es oportuno recordar más en detalle la música y los versos del autor de “Le metèque”:
En este estanque donde juegan
Niños de ojos negros
Hay tres continentes
Y muchos siglos de historia
Profetas, dioses,
El Mesías en persona
Hay un hermoso verano
Que no teme al otoño
En el Mediterráneo
Está el olor de la sangre
Flotando sobre sus orillas
(aquí Moustaki rectifica tras equivocarse con versos de la siguiente estrofa, es lo que tiene el directo)
Y tantos países golpeados
Como heridas abiertas
Islas rodeadas de alambre de espino
Muros que encarcelan
Hay un hermoso verano
Que no teme al otoño
En el Mediterráneo
Hay olivos
Que mueren bajo las bombas
Allí donde apareció
La primera paloma
Pueblos olvidados
Diezmados por la guerra
Hay un hermoso verano
Que no teme al otoño
En el Mediterráneo
En este estanque jugaba
Cuando era un niño
Con los pies en el agua
Aspiraba el viento
Mis compañeros de juegos
Se han convertido en hombres
Hermanos de aquellos
A los que el mundo abandona
En el Mediterráneo
El cielo está de luto
Sobre la Acrópolis
Y la palabra Libertad
Ya no se pronuncia en español
Podemos seguir soñando
Con Atenas y Barcelona
Queda un hermoso verano
Que no teme al otoño
En el Mediterráneo
Escuchadas en 2018, ambas canciones no parecen inspiradas en ese mismo mar que está hoy permanentemente presente en los espacios informativos. La poética alusión de Serrat al desguace por el temporal de su barca convertida en ataúd ideal suena hoy casi políticamente incorrecta a la vista de la permanente tragedia de los migrantes en sus precarias embarcaciones. Y la desazón de Moustaki por las dictaduras militares en Grecia y en España está fuera de lugar. Aunque no lo estén tanto sus alusiones a los olivos bajo las bombas, a los muros o a las alambradas. Sin abandonar su aire poético, la del chansonnier es sin duda una composición de denuncia con vocación casi periodística. Pero, aún así, faltan algunos de los atributos informativos que marcan el Mediterráneo en este convulso inicio de este siglo XXI: las primaveras árabes, el auge de los populismos, la irrupción del fundamentalismo islámico… Y, por encima de todo, las pateras.
El contraste de estos dos clásicos de la canción popular con la presente realidad informativa puede servir como recordatorio de que nada hay permanente. Ni siquiera los tópicos.