En una entrevista publicada por The New York Times el pasado 16 de enero, que posteriormente ha sido ampliamente difundida, el escritor norteamericano de ascendencia judía Philip Roth expone una original visión distópica de los EE UU contemporáneos:
Nadie que yo conozca ha anticipado una América como la que hoy vivimos. Nadie (excepto quizás el mordaz H.L. Mencken, autor de la conocida descripción de la democracia estadounidense como «el culto a los chacales por parte de los burros«) podría haber imaginado que la catástrofe que ocurriría en el siglo XXI en los Estados Unidos, el más degradante de los desastres, aparecería no en la forma de, digamos, la terrorífica apariencia de un Gran Hermano orwelliano, sino bajo la amenazante y ridícula figura de un jactancioso bufón salido de la Commedia dell’Arte. ¡Cuan ingenuo era en 1960 al pensar que era un norteamericano que vivía en tiempos ridículos! (…)
Y, refiriéndose a su novela de 2004 «La conjura contra América«, en la que imaginaba un país gobernado por el filo-nazi Charles Lindbergh en la década de los años 40, destaca las diferencias entre el heroico piloto y el actual inquilino de la Casa Blanca:
Por muy premonitoria que pueda a usted parecerle «La conjura contra América», hay sin duda una enorme diferencia entre las circunstancias políticas que en ella imaginé para los EE UU de 1940 y la calamidad política que hoy nos tiene consternados. Y es la diferencia de estatura entre un Presidente Lindbergh y un Presidente Trump. Charles Lindbergh (…) pudo haber sido un auténtico racista, un anti-semita y un supremacista blanco que simpatizaba con el fascismo, pero también era -debido a la extraordinaria hazaña de su vuelo transatlántico en solitario a la edad de 25 años- un auténtico héroe americano. (…) Trump, en comparación, en un gigantesco fraude, la perversa suma de todas sus deficiencias, desprovisto de todo salvo de la hueca ideología de un megalómano.
Hace casi una década, el hoy retirado escritor exploraba aquel «qué hubiera pasado si…», lejos de sospechar que sus peores pesadillas no eran en realidad sus peores pesadillas…
