A falta de otra cosa, el nuevo inquilino de la Casa Blanca se ha convertido sin duda en fuente de inspiración permanente para los artistas callejeros. Una muestra:
- La enésima analogía nazi, con la cita clásica de Santayana: «Quienes no recuerdan el pasado están condenados a repetirlo«. Obra de Pegasus, un grafitero originario de Chicago que opera en el Norte de Londres:
- En el Este de la capital inglesa ha aparecido esta otra obra anónima, con la leyenda: «Democracia, cuando hasta un imbécilo tiene su oportunidad«:
- No podía faltar el ubicuo Bansky, que ha ofrecido su visión trumpiana en las calles de Viena:
- El neoyorquino Hansky, que trabaja los muros de Chinatown en La Gran Manzana -y cuyo seudónimo delata su admiración por el anterior- ha optado por una visión más que escatológica del nuevo líder del Mundo Libre:
- Tabby, de nuevo desde las calles de la capital austríaca, nos propone «no alimentar a los trolls«, recurriendo al último estreno cinematográfico de animación por ordenador:
- Y el mismo artista callejero repite jugando con el polisémico apellido del prócer en lengua inglesa, «El Amor todo lo supera«:
- Volviendo a Inglaterra, los contrarios al Brexit utilizaron la imagen del magnate combinada con la de Boris Johnson, notorio enemigo del proyecto europeo, en un remedo de la imagen del famoso morreo entre el líder soviético Leónidas Brézhnev y el germano-oriental Erich Honecker, en una imagen pintada sobre un muro de la banskiana ciudad inglesa de Bristol:
- Más modesta desde el punto de vista artístico pero brillante desde el conceptual fue la sencilla pintada sobre la estrella 2.327 del Paseo de la Fama de Hollywood Boulevard, donde el nuevo Presidente comparte acera con los mitos del Séptimo Arte debido a su afición a comparecer en los realitys:
- Y como también hay que dar cancha a otras disciplinas artísticas, los escultores callejeros también se apuntan a algo tan trendy como arremeter contra el sonrosado millonario. El colectivo anarquista Indecline colocó en agosto pasado en Nueva York, Los Angeles, San Francisco, Seattle y Cleveland cinco esculturas francamente desagradables a la vista, pero que nos remiten al famoso cuento de Hans Christian Andersen «El traje nuevo del Emperador«
(por cierto, estos anarco-yankis se desplazaron a la frontera en la que el inquilino de Trump Tower pretende edificar un muro para hacer una pintada en la que proponen para él lo mismo que le ocurría a un personaje de Quentin Tarantino en una famosa escena de «Pulp Fiction«)
- Para acabar, una muestra de que la protesta callejera no necesariamente requiere habilidades artísticas, basta recurrir al código de circulación y un poco de imaginación:
Resumiendo: un aluvión de comunicación negativa… que sabe Dios si no habrá contribuido a que alcance la Presidencia (¡y el botón, EL BOTÓN!).