Dylan: las fotos del esquivo Premio Nobel en Bilbao

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Dylan: las fotos del esquivo Premio Nobel en Bilbao

Ahora que está a punto de celebrarse la ceremonia de entrega de los Premios Nobel, y que ya sabemos que el galardonado con el de Literatura no podrá asistir por azarosos problemas de agenda, viene a cuento traer a colación la figura del anti-comunicador por excelencia.

Aunque habría que hablar de un anti-comunicador con matices: se trata de un personaje cuyas ruedas de prensa -en las que disfrutaba peleándose con los periodistas de los medios más reaccionarios- se han llegado a editar en disco:

dylanPero a partir de cierto momento -precisamente cuando fue unánimemente elevado a la categoría de «portavoz-de-una-generación»- optó por hacer mutis mediático por el foro, y convertirse en un ser esquivo, tanto para los fans como para los medios de comunicación. Su grave accidente de motocicleta en 1966, su traumático divorcio de la mujer que le inspiró «Sad eyed Lady of the Lowlands«, su ya casi olvidada conversión al Cristianismo… o su reciente Premio Nobel han hecho correr ríos de tinta, pero apenas han suscitado apenas comentarios por parte del protagonista.

Lo curioso es que una de sus últimas entrevistas significativas en extensión la concedió hace cuatro años a «Rolling Stone» (cabecera de resonancias dylanianas, por cierto). Conscientes de sus muy dosificadas comparecencias mediáticas, los responsables de la revista norteamericana le dedicaron la portada y nada menos que diez páginas al enigmático cantautor, en su número del 27 de septiembre de 2012.

La entrevista fue realizada por Mikal Gilmore en Santa Monica (California), y la traducción al castellano está disponible aquí. Pero las dos ilustraciones principales fueron captadas por el fotógrafo Sam Jones en… Bilbao. Aprovechando su concierto en la explanada del Museo Guggenheim (11/07/2012), el cantautor de Duluth fue citado para una sesión de fotos en un muy peculiar rincón de la capital vizcaína: la Sociedad Bilbaina (para los locales, palabra trisílaba, con diptongo). Se trata de un club de gentlemen al más puro estilo británico, fundado en el año 1839. Un lugar fuera del tiempo, una fascinante y decadente reliquia que debería figurar en todas las guías turísticas de la Villa… si estuviese permitida la entrada. Pero, como digo, esto es una recreación bilbaina de un sancta-sanctórum de la privacidad inglesa. Así que socios, familiares de socios en ocasiones especiales, Mr Zimmerman… y muy poquitos más tienen el privilegio de pisar sus salones.

dylan-1La entrevista se abría con una doble página inquietante: un Dylan encapuchado en el refinado salón de billar del Club, acompañado de una no menos inquietante rubia, la modelo Kristina Gerasimova. Inquietante porque tradicionalmente el acceso estaba vetado no solamente a tipos con aspecto de outsider barriobajero, sino que la posibilidad de aceptar a mujeres como socias  no era una opción en el momento de realizarse la sesión fotográfica (aunque finalmente fue aprobada en 2015).

La segunda imagen del autor de «Bloood on the tracks» en la revista era igualmente peculiar: tTocado con sombrero de cowboy, Dylan toma notas en un cuaderno junto a la ventana del Salón de Ajedrez, bajo la mirada del ex-campeón del mundo Anatoly Karpov. Un giño -¿elegido por el protagonista de la imagen?- a su conocida afición por el juego de los 64 escaques.

Lo curioso de la historia no es tanto que la revista estadounidense no haga mención al lugar en que Sam Jones tomó las dos fotografías, sino que el centenario «Centro de Recreo y Cultura» de la capital vizcaína no considerase hacer la más mínima alusión al hecho de haber recibido la visita del que ya entonces -sin Premio Nobel de por medio- era una referencia en la cultura del siglo XX mundialmente reconocida.

Probablemente, otro tic puramente British de La Bilbaina, una declaración de principios en la línea: «Gentlemen, this is a discreet place«. Un detalle bastante insólito, y hasta cierto punto admirable, en estos tiempos. A la vez que coherente con la personalidad del huraño genio de Minnesota.

Así que quién sabe si, en su segunda visita a Bilbao -la primera fue en julio de 1995-, y una vez concluida la sesión de fotos, el mítico bardo no consultaría los requisitos para hacerse socio. Uno le imagina acudiendo ocasional y discretamente al imponente edificio de la calle Navarra, para medir su habilidad en las mesas de billar o en el tablero de ajedrez con venerables caballeros «de Bilbao de toda la vida».

Por concluir, otra conexión vasco-dylaniana: la cantautora guipuzcoana Anari tiene una muy personal versión en euskara de «Girl from the North Country«, una joya de la primerísima etapa del norteamericano, más tarde convertida en clásico por su dueto con Johnny Cash:

La letra original, de una sencillez y una belleza asombrosas, puede consultarse aquí; la traducción al castellano está disponible aquí; y la versión de Anari, en este enlace.