En el calor del momento, todos somos susceptibles de cometer errores, y la Comunicación no es una excepción. Pero hay errores y errores. Tras los terribles atentados en París del pasado 13 de noviembre, dos medios españoles han demostrado que, en ocasiones, ni siquiera la seriedad del asunto es garantía en cuanto al rigor informativo con el que se tratan las noticias.
El diario «La Razón«, en su edición del domingo día 15, publicó en portada la fotografía de «uno de los terroristas» -ni siquiera «uno de los presuntos terroristas»-. Su apariencia es, en efecto, altamente sospechosa: un hombre joven, moreno, con barba y lo que parece un turbante. Junto a su imagen, la mención a que uno de los autores de la masacre «pudo entrar por Grecia entre los refugiados sirios«.
El problema es que no se trata de ninguno de los islamistas radicales europeos responsables de los ataques, sino de una persona con un perfil radicalmente diferente: religión sij, nacionalidad canadiense y ninguna conexión con la violencia terrorista. Veerender Jubbal, un periodista freelance dedicado a la crítica sobre juegos de Internet, colgó en su cuenta de Twitter una fotografía hecha en el cuarto de baño de su domicilio, en la que posa sonriente con un iPad. Algún amigo gracioso -o quizás su peor enemigo- aplicó Phtoshop a la imagen, trastocando su iPad en un ejemplar del Corán, y colocando sobre la inocente camisa a cuadros de Veerender lo que parece un chaleco cebado con explosivos. Un pequeño retoque en las cejas y ¡voilà! La sonrisa simpática puede pasar a ser interpretada como desafiante; la tez morena y la barba vale lo mismo para un roto (hipster) que para un descosido (muyahidin suicida); y el turbante sij (seña cultural a la vez que precepto religioso de una muy peculiar creencia mayoritaria en la región del Punyab, fronteriza entre India y Pakistán) puede parecer a ojos de un oocidental algo parecido a los tocados musulmanes (a pesar de que ambas religiones no tengan nada que ver entre sí).
Si añadimos una pizca de prejuicios étnico-culturales, un par de cucharadas rebosantes de ignorancia y el toque salpimentado de un re-tweet cuyo origen o veracidad nadie se haya molestado en comprobar, tenemos ya los planetas alineados para una histórica portada del diario madrileño, con el amigo Jubbal como alucinado daño colateral, que se vio obligado a responder desde su cuenta: «Empecemos por lo más básico: nunca he estado en París, soy un colega sij con turbante, vivo en Canadá«.
En un alarde de ética periodística, la reacción de «La Razón» (se podrían hacer múltiples juegos de palabras sobre la denominación del diario) fue la siguiente:
El «scoop» no fue sin embargo patrimonio del diario madrileño: la cadena de televisión Antena 3 emitió igualmente la noticia, citando «fuentes policiales». Y, aunque el video ha sido oportunamente borrado, queda aún (como siempre queda) algún rastro en Internet:
La historia ha traspasado fronteras, y puede ser rastreada en múltiples medios, entre ellos el británico Telegraph.
La diferencia -dicen- entre los medios «tradicionales» y la selva de Internet es que los primeros son serios, fiables, responsables…