Convertir amenaza en oportunidad… y en leyenda

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Convertir amenaza en oportunidad… y en leyenda

En Comunicación -aunque no solo en Comunicación-, a menudo oímos hablar de la posibilidad de convertir una amenaza en una oportunidad. En otras palabras: gestionar nuestros mensajes a los medios para que -por seguir con el esquema DAFO– nuestra debilidad se convierta en fortaleza. Para un Gabinete de Prensa, posiblemente se trate de la situación en la que, más que en ninguna otra, se demuestre la valía profesional, la imaginación y la habilidad a la hora de modular, gestionar y transmitir los mensajes.

Probablemente haya escenarios en los que conjurar la amenaza sea ya de por sí una tarea suficientemente complicada como para pensar en obtener un beneficio añadido. Pero en todo caso, y aprovechando la celebración de la Copa del Mundo de Inglaterra, permítaseme aportar una memorable historia extraída del este inigualable deporte de gamberros practicado por caballeros, un ejemplo de amenaza convertida en oportunidad que se ha erigido en leyenda en el ámbito del balón ovalado.

1973. Los «troubles» (los problemas, como eufemísticamente se denominan en inglés a los disturbios en el Ulster) han provocado el año anterior 479 víctimas mortales, incluyendo 249 civiles, 148 miembros de las fuerzas de seguridad o del Ejército británicos y 81 paramilitares republicanos o unionistas, con la masacre del Bloody Sunday como fecha icónica de aquel periodo. El torneo de rugby de las entonces Cinco Naciones (Inglaterra, Escocia, Gales, Irlanda y Francia) atraviesa un momento crítico, ya que en 1972 galeses y escoceses se negaron a viajar a Dublín por temor a las amenazas del IRA y a la casi insoportable tensión política en la isla. Pero este año es peor, pues el equipo inglés el que debe rendir visita al estadio Lansdowne Road. Y, en rugby más que en cualquier otro deporte, el 15 de la Rosa representaba y representa -para galeses, escoceses y, por supuesto, irlandeses- la personificación de todas las afrentas históricas, el contrincante más detestado, con lo que el partido contra el equipo inglés conlleva siempre connotaciones muy especiales. Incluyendo el detalle de que el rugby es el único deporte en el que Irlanda compite unida, con jugadores tanto de la República como de los seis condados del Ulster.

El partido está programado para el 10 de febrero. La Federación Irlandesa sospecha que, con mucho más que temer que escoceses o galeses, los jugadores ingleses tampoco hagan acto de presencia en Dublín. Los rumores hablaban incluso de la posible presencia de francotiradores del IRA en el estadio. Contra todo pronóstico, los súbditos de Su Graciosa Majestad, capitaneados por un granjero de Gloucestershire llamado John Pullin que juega en el puesto de talonador, hacen acto de presencia para disputar el partido. En el momento de saltar al terreno de juego, y en el contexto de la más grave tensión política anglo-irlandesa desde el Levantamiento de Pascua de 1916, 50.000 irlandeses se ponen de pie y aplauden durante cinco minutos a sus más encarnizados rivales. El partido concluye sin incidentes, con un contundente 12-3 a favor del equipo del trébol.

Esa noche, durante la cena del Tercer Tiempo con sus contrincantes, Pullin pronuncia las que han sido calificadas como las 13 palabras más memorables de la historia del rugby: «Well, we might not be any good, but at least we turned up» (algo así como «Bueno, puede que no seamos gran cosa, pero al menos nos hemos presentado»).34 años después, en vísperas de otro Irlanda-Inglaterra en el Cinco Naciones, la asociación benéfica The Ireland Funds tributaba un homenaje a aquel gesto, en el que el propio John Pullin, con la pajarita torcida como corresponde a un granjero poco acostumbrado a la etiqueta, tomaba la palabra y hacía gala del mejor humor inglés para recordar la efeméride:

Quizás podríamos concluir que, por paradójico que suene, el humor puede llegar a ser una poderosa herramienta a la hora de convertir una amenaza en oportunidad…

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